Cristo Dios con nosotros
Revelación y Fe
Por la Revelación Dios sale al encuentro de los hombres, les habla y los invita a ser amigos suyos. Pero la comunicación no es completa cuando algo ha sido dicho, sino cuando lo dicho es oído y aceptado por aquel a quien está destinado, y cuando hay una respuesta. Sólo entonces hemos asistido a un diálogo auténtico.
Por la Fe el hombre acoge la palabra divina y responde a la invitación generosa. Tal como Dios se entrega a él, sin reservas, el creyente se entrega a Dios con todo su corazón.
Revelación y fe son conceptos correlativos que se reclaman mutuamente.
Entonces, ¿qué significa creer? ¿Qué quiere decir "creo"?
Jutta Burggraf Teologia fundamental
Luz en nuestra cara y actitud
De ahí que yo quisiera que todas las luces estuvieran sobre los candeleros, a fin de que la claridad fuera mayor. Encendamos, pues, el fuego, y hagamos que, los que estén sentados en las tinieblas, se vean libres del error.
Y no me vengas con que: tengo hijos, tengo mujer, tengo que atender la casa y no puedo cumplir lo que me dices. Si nada de eso tuvieras y fueras tibio, todo estaba perdido; aun
cuando todo eso te rodee, si eres fervoroso, practicarás la virtud.
Sólo una cosa se requiere: una generosa disposición. Si la hay, ni edad, ni pobreza, ni
riqueza, ni negocios, ni otra cosa alguna puede constituir obstáculo a la virtud. Y, a
la verdad, viejos y jóvenes; casados y padres de familia; artesanos y soldados, han cum-
plido ya cuanto fue mandado por el Señor. Joven era Daniel; José, esclavo; Aquilas
ejercía una profesión manual; la vendedora de púrpura estaba al frente de un taller;
otro era guardián de una prisión; otro centurión, como Cornelio; otro estaba en-
fermo, como Timoteo; otro era un esclavo fugitivo, como Onésimo, y, sin embargo,
nada de eso fue obstáculo para ninguno de ellos, y todos brillaron por su virtud: hom-
bres y mujeres, jóvenes y viejos, esclavos y libres, soldados y paisanos.
No os digo: no os caséis. No os digo: abandonad la ciudad y apartaos de los negocios ciudadanos. No. Permaneced donde estáis, pero practicad la virtud. A decir verdad, más
quisiera que brillaran por su virtud los que viven en medio de las ciudades, que los que
se han ido a vivir en los montes. Porque de esto se seguiría un bien inmenso, ya que nadie enciende una luz y la pone debajo del celemín.
San Juan Crisóstomo